Introducción
El presente trabajo, se realizó a partir de los documentos La Iglesia e Internet y la Ética e Internet, ambos publicados en el año 2002 por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales en relación con los temas que preocupan a la Iglesia Católica con respecto a la Internet, así como las recomendaciones para su buen uso.
Su contenido está dividido en tres partes, el primero referido a mi opinión particular sobre la imbricación entre los hechos que dieron origen a la Internet y el Decreto Inter Mirifica del Papa Pablo VI.
La segunda parte contiene una visión de los temas preocupantes que ha identificado la Iglesia Católica con respecto a la Internet, en especial la denominada brecha digital.
La tercera parte contiene las recomendaciones para el buen uso del Internet y las nuevas tecnologías comunicacionales identificadas por la Iglesia Romana, en especial aquellas dirigidas a reducir la brecha digital, el uso de estas nuevas tecnologías por parte de las autoridades eclesiásticas, los padres y jóvenes de la sociedad.
Por último, se presenta a modo de conclusión sobre el tema analizado ,identificando la necesidad de que el ciberespacio se fundamente en la solidaridad internacional e implique el respeto a la dignidad humana y la promoción al desarrollo humano.
La imbricación
El 21 de Noviembre de 1969, es quizás una fecha imperceptible para engranar una hipótesis de la visión científica y la visión de la iglesia católica sobre las tecnologías de la información. El mundo se encontraba en pleno desarrollo de la guerra fría, como secuela de la segunda guerra mundial, en efecto, el hecho geopolítico transcendental para esa fecha, correspondió a la devolución por parte de los Estados Unidos de América a Japón de la isla Okinawa; y por estos lares, en Venezuela, se celebraba el doceavo aniversario del día de los estudiantes, para recordar la huelga estudiantil convocada en Caracas que desencadenó protestas y, posteriormente la caída de Marcos Pérez Jiménez.
En realidad, era imposible que los hechos mundiales de ese invierno se pudiera interrelacionar históricamente entre la ciencia y el Vaticano, sino fuera porque seis años atrás, el 4 de diciembre de 1963, el Papa Juan Pablo VI, había promulgado el Decreto sobre los Medios de Comunicación Inter Mirifica, en el cual clarificaba para ese momento al mundo y, hasta nuestro tiempo una premonición tecnológica que se aprecia en el siguiente párrafo: “Entre los maravillosos inventos de la técnica que, sobre todo en estos tiempos, el ingenio humano, con la ayuda de Dios, ha extraído de las cosas creadas, la madre Iglesia acoge y fomenta con especial solicitud aquellos que atañen especialmente al espíritu humano y que han abierto nuevos caminos para comunicar con extraordinaria facilidad noticias, ideas y doctrinas de todo tipo. Entre tales inventos sobresalen aquellos instrumentos que, por su naturaleza, pueden llegar no sólo a los individuos, sino también a las multitudes y a toda la sociedad humana, como son la prensa, el cine, la radio, la televisión y otros similares que, por ello mismo, pueden ser llamados con razón medios de comunicación social.” (Pablo VI:1963).
Se percibía desde ya en Roma, la potencialidad de los medios de comunicación y la vitalidad en el desarrollo de las técnicas para la masificación de ellos y, justo al otro lado del mundo en 1969, dos universidades de los Estados Unidos de América, la Universidad de California y la Universidad Stanford establecían por primera vez la interconexión de computadoras, se daba un gran salto en las tecnologías computacionales y comunicacionales, se imbricada así, el año 1963 con el año 1969, la Internet con el Vaticano, el documento Inter Mirifica (Entre los Maravillosos) con el germen del canal de comunicación que marcaría una nueva forma de relación y comunicación entre los seres humanos, lo que conocemos hoy como la Internet.
Las alarmas de la Iglesia Católica con respecto a Internet
La posición de la Iglesia Católica con el decreto Inter Mirifica, reconoce la necesidad del uso de los medios de comunicación partiendo de una visión cristiana, no solo para la divulgación del evangelio sino también para divulgación de las acciones y obras de los hombres de buena voluntad que promocionan los valores humanos.
La Iglesia Católica luego de la masificación de la Internet, expone al mundo sus preocupaciones y levanta una voz de advertencias sobre su uso, esto se materializa en los documentos pontificios del año 2002, conocidos como, La Iglesia e Internet y la Ética e Internet.
En este orden, la Iglesia Romana reconoce los avances tecnológicos, la masificación comunicacional y la necesidad que sean utilizados para el desarrollo humano, de igual manera, la promoción de la igualdad, la protección de la dignidad humana, la proyección de valores culturales como el acceso a la educación sin distinción alguna y la propagación en el ciberespacio del evangelio.
Fundamentado en ese reconocimiento, llama a todos los integrantes de la Iglesia de Roma al buen uso de las nuevas tecnologías, no obstante, avizora la existencia y extensión de una brecha digital en las sociedades, lo cual conduce a una nueva estigma social cuando millones de seres humanos al margen del acceso a internet con fines sociales, religiosos, culturales, educacionales, entre otros, se les excluyen de la nueva categoría humana más allá del homo sapiens, es decir, el homo informaticus, ser humano que dispone de las herramientas para desarrollarse y subsistir mediante la información de la Internet y aplicarla en su beneficio y cotidianidad.
La brecha digital conduce a la categorización hombre informado, hombre pudiente y en contraposición hombre desinformado, hombre pobre, en consecuencia, esta zanja binaria induce a muchos seres humanos a mantenerse en la periferia social del mundo informatizado y globalizado, caldo cultivo para la exacerbación de la xenofobia, nacionalismos y odios entre los hombres.
De tal manera, que al someterse a masas enteras de individuos a un gueto sobre la información y la restricción al acceso de ella mediante la internet se motoriza el resentimiento social que da lugar a un vulgo presa fácil para el dominio por parte de dirigencias inescrupulosas que, al subyugar el proceso de la información bajo su conveniencia e intereses, acentúa no solo la brecha digital sino que crea la neoesclavitud digital.
En las sociedades donde se produce este fenómeno negativo, se engendra también una nueva categorización de pobreza con un círculo vicioso: La carencia de riqueza restringe la posibilidad de acceder a la información, la restricción en el acceso a la información limita el desarrollo humano integral, la limitante del desarrollo humano imposibilita gravemente el acceso a actividades laborales dignas y, en consecuencia esto conduce a la carencia de riquezas, es en derivación, además de una nueva pobreza, una neoesclavitud inducida por los actores políticos dominantes y consentida por el sujeto pasivo dominado.
Aunado a la brecha digital, son varias las alarmas que advierte la Iglesia Católica a las sociedades, gobiernos y empresas, entre esta se encuentra la transculturización indiscriminada de las sociedades mediante la imposición de conductas no acorde con la cultura local, de esta forma advierte la Iglesia que se trastoca los valores fundamentales de la familia, la sociedad y sus creencias cuando se absorben formas y conductas exógenas de otras comunidades, en los distintos planos del ser humano. Así, verbi gracia, las ideas de la nueva era y sectas religiosas que proliferan en el ciberespacio se sustentan en la disgregación del núcleo social y familiar, llamando a establecerse en congregaciones donde se producen tratos crueles, vejaciones y hasta la muerte de sus integrantes.
A este respecto, la Iglesia Católica, advierte la existencia en la Internet de organizaciones religiosas que se hacen denominar católicas y promueven la divulgación de ritos y conceptos que no son avalados ni pertenecen a la teología de Roma, lo que puede conducir a erradas prácticas religiosas que no están avaladas por la doctrina del Vaticano.
Otro de los aspectos que preocupa a la Iglesia Católica en Internet, es el relativo a las limitaciones a la libertad de expresión, por dos fuentes: a) La provenientes de regímenes políticos con desempeños autoritarios que no dan cabida a las críticas políticas, sociales, económicas, o limiten a sus conciudadanos a la expresión de sus ideas, así como sus opiniones y b) Cuando en regímenes políticos con desempeño democráticos el acceso a internet para la divulgación de las críticas políticas, sociales, económicas, se ven limitadas por controles impuestos por actores económicos y políticos dominantes que anulan cualquier disidencia o expresiones distintas a las posiciones de los actores dominantes.
De esta última práctica se materializa otro desasosiego de la Iglesia Católica relativa a la práctica de un periodismo sin valores éticos.
En la Internet toda información tiene cabida, ¿pero de que tipo? he ahí el desvelo, un portal dirigido por profesionales de la información, o por ciudadanos, deben partir de conceptos éticos que eviten propagar conceptos que agredan la dignidad humana, se debe prevenir la promoción y divulgación de informaciones carentes de veracidad y autenticidad, promovidas por algún actor político o social interesado en dañar al individuo o grupo social determinado, mediante la construcción de falsas opiniones públicas, en este sentido, cuando hecho noticioso viene acompañado de promoción comercial se construye una propaganda y no una noticia, esto tiene que tener una autorregulación ética.
Por último en el plano espiritual, la Iglesia Católica, se preocupa por los efectos de la realidad virtual, es decir, por la interrelación virtual que avanza y se perfecciona en Internet, pero en el plano religioso, esta virtualidad del ciberespacio no es factible, ni debe desdoblarse a esa práctica ninguno de los sacramentos (Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio), principalmente porque Dios se manifiesta en la congregación de los hombres de buena voluntad, no hay forma de un rito de bautismo donde no converjan la acción de verter el agua bendecida y las oraciones del sacerdote con el bautizado y su núcleo familiar, menos la unción de los santos óleos, no solo son oraciones sino que requiere la acción de untar y las oraciones del sacerdote con el enfermo y su núcleo familiar, en derivación, hay actividades propias de la religión católica que no admite la virtualidad de la Internet
La Iglesia Católica, advierte la necesidad de la masificación sin distinción económica, social, religiosa o política del acceso a Internet a todos y para todos, bajo el criterio donde el fin sea el desarrollo humano para reducir y en lo posible desdibujar la brecha digital existente en las sociedades, en este sentido, no basta pertenecer a la categoría del homo sapiens, porque el solo hecho de estar o pertenecer a esta categoría en la actualidad conduce a las periferias sociales, por lo tanto se requiere un movimiento de para promocionar el bien común internacional que pasa a ser imperioso para que todos los ciudadanos del mundo tengamos acceso a las nuevas tecnologías comunicaciones, a herramientas tecnológicas que sean en beneficio de la humanidad, es decir, gobiernos, sociedades, empresas, instituciones no gubernamentales deben promover para el desarrollo humano un estándar básico para que todos los ciudadanos podamos ubicarnos en el homo informaticus, en el sentido descrito por Maciej M. Syslo (2012) como aquel hombre que entiende la ley y los mecanismos relativos a los datos y su importancia de esta área para la humanidad a sabiendas que utilizando la infraestructura de los recursos tecnológico y, participaran en el desarrollo personal y laboral.
La Iglesia Romana comparte y apoya la libertad de expresión, en este sentido en la Internet es necesario la valoración de este derecho fundamental con respecto a las manifestaciones de odio, la intolerancia racial, política y religiosa, la pornografía infantil, entre otras manifestaciones perniciosas que invaden este medio, por estas circunstancias, la Iglesia Católica considera necesario el establecimiento de equilibrios normativos comunicacionales, en otras palabras, es inaceptable la censura sea esta gubernamental, empresarial o institucional, pero al sopesar los valores en conflictos emerge la necesidad de instrumentos normativos que prohíban y controle aquellas manifestaciones
que si bien prima facie son producto de la libre expresión, no involucre daños a la dignidad humana de terceros como la pornografía infantil, o ese ejercicio de libertad de expresión, no se convierta en ataques sistemáticos de control y eliminación de comunidades por razones políticas, religiosas o racial que a la postre se conviertan en delitos de lesa humanidad.
Por otro lado, la Iglesia Católica manifiesta la urgencia en un acuerdo internacional donde se valore el equilibrio entre privacidad de los ciudadanos y seguridad de los ciudadanos. En este sentido es un hecho irrefutable que la Internet es el vehículo de la mega biblioteca de datos de una gran cantidad de seres humanos, datos que involucran desde elementos propios de la dignidad humana o datos sensibles hasta su perfil económico, datos que deben ser materia de protección absoluta no solo para protegerse de los ciberdelincuentes que se benefician con la venta o divulgación de dicha información o ciberterroristas que causan daños incuntificables con sus acciones, sino también de los gobiernos, empresas y corporaciones de seguridad que dejan al desnudo a masas ingentes de ciudadanos en acciones que van desde el espionaje no autorizado hasta los sobornos y extorsiones.
En el plano comunicacional de la Iglesia Romana, ella valora la necesidad de tener presencia en la Internet para afianzar el contacto y la interrelación con los feligreses y el mundo, para colaborar con aspectos éticos y morales en el uso, disfrute y masificación del Internet. En este sentido les habla a los dirigentes de la Iglesia para que conozcan a las TIC, ventajas y desventajas para el desarrollo de los planes pastorales y les advierte que no es aceptable la
involución por miedo o desconfianza a los retos tecnológicos de hoy.
De igual manera se dirige a los padres para no se queden rezagados en el conocimiento y manejo de las nuevas tecnologías, por el contrario, es necesario que adquieran conocimientos, para que guíen y ejerzan la supervisión familiar sobre los hijos en el uso de las nuevas herramientas tecnológicas. Con respecto a los jóvenes urge formarlos éticamente para que hagan uso correcto de la Internet, sobre todo para que sepan valorar y escoger los caminos que enriquezcan su conocimiento y virtudes, para eso, es imprescindible las advertencias de las consecuencias de la adicción al consumismo, la pornografía y aquellos sitios que exploten resentimientos mediante la violencia y la intolerancia.
A modo de conclusión
La virtualidad que se produce en el ciberespacio nos pone en la experiencia de un mundo paralelo, donde todo es posible en una sensación virtual, por esa razón requiere de la voluntad de todos para un desarrollo y uso acorde al perfeccionamiento humano y no para su destrucción o degradación.
La TIC, debe orientarse a la promoción del conocimiento para todos y no para privilegiados, un uso sano que promueva la inteligencia social y no la adicción a la violencia, un uso educacional, cultural, social, político que en definitivo abarque a las mayorías con la finalidad de la solidaridad en el progreso y bienestar del ser.
De nada vale tener satélites de comunicaciones, redes para usos computacional, empresas de servicio de internet, telefonía, transmisión de datos, si todo eso es dirigido a un fin parcializado que excluye al hombre y su esencia, que busca la dominación, que daña a la dignidad humana, que limita la libertad de expresión, que crea seudo religiones y falsas deidades.
La identificación de esos fenómenos dañinos escondidos en la opacidad de las nuevas tecnologías es puesta al descubierto a la sociedad, por la Iglesia Católica en los documentos La Iglesia e Internet (2002) y Ética e Internet (2002).
Así, de no enfrentarse la brecha digital con seriedad y ocupación decidida, la humanidad será zanjada por una nueva división: el Homo Informaticus y el Homo Analogum, pues el conocimiento cada vez fluye en mayor medida por las TIC.
Si solo subsisten medios análogos, así como, metodologías de los siglos pasados para proveer conocimiento al marginado digital, pronto entonces tendremos sociedades y ciudades para el Informaticus y periferias para el Analogum, por eso la Iglesia Católica llama a reducir esta brecha para que todos seamos parte del desarrollo humano, tecnológico y social.
Es necesario que se promueva el conocimiento sobre el uso de la Internet y las TIC, para complementar al hombre en su sociedad y así evitar la transculturización dañina. Es igualmente necesario la presencia de la Iglesia Católica en la Internet, pero también de las otras organizaciones religiosas que permita el conocimiento y contraste para conseguir conexiones de bienestar mundial y no desavenencias causadas por la ignorancia. Es en consecuencia necesario, de que el mundo de la Internet con toda su amplitud se fundamente en la solidaridad internacional e implique respeto a la dignidad humana y la promoción al desarrollo humano.
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